Voy a empezar con una reflexión numérica que quizá confunda un poco a mi querida hermana analógica y de letras: Un día tiene 24 horas, de las que 8 más o menos las gastamos durmiendo. De las 16 restantes, puede que 2 las ocupemos comiendo, en el sentido literal: con la boca llena.
Entonces nos quedan 14 horas en las que: trabajamos, caminamos, miramos, navegamos, casi comemos pero decidimos no comer, corremos, pensamos, criticamos, subimos, bajamos y nos quedamos. Todas estas actividades las acompañamos, unos mas que otros, de frases. Palabras, una detrás de la otra que forman frases de diferentes tipos, con distintos sentidos y diferentes tonos y caracteres.
A raíz de esto, que le habrá resultado un laberinto numérico a mi hermanita, mi reflexión es la siguiente: solo tenemos 14 horas para hacer las cosas de manera alegre. Esto me lleva a afirmar otra gran verdad relativa: cuantas más frases alegres digamos, más alegres trabajaremos, caminaremos, miraremos, navegaremos, casi comeremos…etc.
Entonces, ahí van mis frases alegres. Las que digo y las que pienso a diario:
La primera frase es la que mucha gente odia. Esa gente o mejor dicho, Ellos, están convencidos de que lo que les pasa a Ellos es lo peor, por lo que no nos fijemos en Ellos de momento.
1. «Podría ser peor»
Tengo comprobado que cualquier cosa ‘mala’ que te pase, siempre, podría ser peor. Haz la prueba. ¿Qué hay peor que ir a trabajar los lunes? Trabajar los domingos. ¿Qué hay peor que el metro averiado cuando llegas tarde? Que nadie te esté esperando. ¿Qué hay peor que algo que te gusta, se acabe? Podría no haber pasado nunca. ¿Qué hay peor que que te dejen? Que nunca hubieseis estado.
2. «Todo depende»
Todo depende de los ojos con los que lo mires, desde donde lo mires, de si lo miras o no, de si prefieres pasar… Esta es la típica que has oído muchas veces pero cuando te pasa algo ‘malo’, ¡no la dices! «Vaya pijama feo me han regalado mis suegros». Perdona, depende de tu gusto, quizá eres tú la que no tienes ni idea de pijamas de dálmatas haciendo el corro de la patata. La frase: digámosla, digo yo, y a ver qué pasa.
3. «…»
Sí, has oído bien. La mayoría de veces lo mejor que puedes decir para seguir con tu fiesta interior alegre (y seguir con tu cara de tonto, de la que estamos todos muy orgullosos de tener) es no decir nada. ¿Para qué gastar saliva cuando hay una fiesta no alegre cerca tuyo? La alegría va por dentro, y nuestra cara de tonto la tenemos porque queremos, así que a veces es mejor ¡callarse y sonreír!
Estas tres frases hay que decirlas mucho para conseguir la alegría plena. Puede que sufras malas pasadas porque parecerá que solo te enseñaron dos frases en primaria y además las dices con cara de tonto, pero oye…podría ser peor.
mabeegi
